Lo más sorprendente del momento que atraviesa Juan Pablo Dotti no es el éxito. Es un hombre que siempre da batalla, busca ser protagonista y no deja nada al azar. Y hasta era de esperarse que conquistara una vez más la Vuelta a Mendoza. Lo que sí sorprende es que a sus 36 años, a meses de cumplir 37, y cerca del final de su carrera, sigue explotando sus habilidades: por ejemplo, su fortaleza mental. Y su escalada al Cristo Redentor fue una clara muestra, a 3.811 de altura y en solitario, cuando las piernas y brazos pedían un descanso, cuando la respiración empezaba a tomar protagonismo, cuando quería largar todo pero sabía que estaba a nada de la gloria.
-¿Qué tan dura fue esa subida?
-Muy dura. No sólo para pedalear, sino por la altura, que es un condimento especial. Es complicado respirar a 3 mil metros de altura. Aparte es un terreno no habitual, de ripio y con «serruchos» que se producen por la misma nieve y agua. Son kilómetros muy incómodos. Uno va pensando cuánto falta para terminar y va rogando que termine, por más que vayas ganando.
-¿Qué cruza por la cabeza de un ciclista en esos kilómetros?
-Uno va con la tranquilidad de saber que se había preparado y entrenado para eso. Se disfruta del sufrimiento, los ciclistas somos una especia rara que nos gusta sufrir y por eso elegimos esta actividad. Pero en ese momento uno va queriendo que termine ese sufrimiento porque es incómodo para pedalear. La cintura y el brazo te molesta, en realidad molesta todo.
-Con Laureano Rosas persiguiéndote, ¿pensaste en algún momento que se te podía escapar?
-La carrera sabía que no se nos iba a escapar. Sí en algún momento estaba preparado psicológicamente para que la Vuelta quedara en el equipo. El que estaba más cerca era Leo Cobarrubia, que había quedado de líder por una distancia considerable. En ese momento pensé que no se podía ganar por sexta vez, pero sabía que la Vuelta dentro del equipo quedaba sí o sí. Dependía de él (Cobarrubia) y no de nosotros, de que aguantara la etapa del Cristo o cediera la malla, y en este caso la cedió. Pude yo tomar el mando y quedar de líder.
-Tenías plena certeza que la victoria quedaba en el Sindicato de Empleados Públicos…
-El trabajo del equipo fue muy bueno. Habíamos trabajado mucho después de la reanudación de la pandemia con el gimnasio. Hubo mucho sacrificio por parte de todos. Pudimos demostrar que el equipo estaba mejor de lo que muchos creían. Antes de largar tanto en lo grupal como en lo personal no éramos los favoritos, a pesar de que soy el último ganador y máximo ganador de la prueba. De mitad de vuelta para adelante se fue revirtiendo la opinión pública, porque vieron que el trabajo del equipo fue perfecto. Y pudimos quedarnos con la clasificación de mejor equipo, que no pasaba hace muchísimo tiempo.
-Pudiste convertirte en un emblema del SEP, como lo fue Rosas en su momento. Y pudiste acomodarte a la renovación y nombres nuevos que iban apareciendo en el equipo…
-La camiseta es muy importante, este equipo tiene un palmarés increíble. Y obviamente como se dice muchas veces, la camiseta pesa y pesa mucho. Hay que saber llevarla, mantener la calma en algunos momentos. Tiene un significado muy importante. Con todo lo que ha ganado un segundo puesto no es bueno para el SEP. Exige un alto rendimiento y estar siempre al tope. Cambia de corredores pero sigue con la misma ideología, carácter y espíritu, que es ganar. Hemos diseñado un sistema de trabajo muy profesional. Eso marca la diferencia con algunos.
-¿Pensas que tu carrera no hubiese sido la misma si no te instalabas en San Juan, ya hace 20 años?
-Soy un agradecido, el ciclismo me ha dado más de lo que esperaba. No hubiese sido lo mismo si no elegía San Juan. No tengo dudas de que me formé en San Juan como ciclista de ruta. Nací en Bolívar pero me forjé y me formé deportivamente aquí. Estoy agradecido con esta provincia, es muy importante. Los mejores momentos deportivos me los ha dado San Juan. Tengo mucho por enumerar. Es mi segundo lugar en el mundo, la elijo como si hubiese nacido acá. Me siento un sanjuanino mas.
-¿Pensas en el retiro, más allá de que estás en un momento excepcional en lo deportivo?
-A mis 36 años estoy con una madurez absoluta. Los años te sirven para acumular experiencia y para no cometer errores. Obviamente cada año debo redoblar los esfuerzos de entrenamiento y cuidados. Cada año el físico va mermando y hay que ajustar detalles con más cuidado. No tengo definido cuándo y qué será mi vida después de la bicicleta. Seguramente de la bici no me voy a bajar nunca, sí de competir. El nivel de alto rendimiento es estresante y uno debe dar un paso al costado cuando el físico no le dé.
Fuente: Tiempo de San Juan